Recientemente las historias de superhéroes se han convertido en la temática preferida del espectador. No nos cansamos de revivir la historia del héroe marginado e ignorante de su potencial, el cual vive una vida ordinaria y donde de repente recibe el llamado de ser el escogido para una gran misión la cual decide el destino del mundo. Y ¿cómo no?, son las bases de cualquier narración épica ¿Quién no desea ser ese ser único y especial pero sobre todo admirado por los demás? Alejandro González Iñárritu juega con esta idea de manera brillante y la lleva a otro nivel, volviéndola una historia que entre muchas otras cosas, habla sobre la interminable batalla interna entre el “yo” quien es capaz de llevarte a las nubes del narcisismo, y el “yo” adversario quien muchas veces juega como nuestro peor enemigo y suele dejarte al ras del suelo.
Riggan, es un actor quien décadas atrás, recibió gran fama al protagonizar la saga de un superhéroe, el cual lo volvió parte de la cultura pop. El papel varias veces representado se fusionó en él volviéndose su alter ego. En un intento por probarse a sí mismo y a los demás, su magnificencia y reconocimiento actoral, el cual trasciende (según él) aquel superhéroe de antaño, decide adaptar una obra de teatro y estrenarla en Broadway (el monte Olimpo de la actuación), por lo que se sumerge en un camino repleto de discursos sobre la manipulación, la vulnerabilidad y que brindará una gran historia sobre las batallas humanas de perder el control de uno mismo.
Michael Keaton nos brinda una de las mejores actuaciones de su carrera, en un aparente “sin esfuerzo” nos hace reír, rayar en lo patético y llevarnos a la catarsis, todo en cuestión de segundos logrando así la identificación con los tormentos y temores del personaje. Keaton personifica un superhéroe, quien parece ser el único consciente de su super poder de telequinesis. Pero quien es incapaz de llevar el mismo nivel extraordinario a su vida personal, a los ojos de sus seres más cercanos, sobre todo de su hija, quien constantemente con sus diálogos le pone un espejo enfrente, el cual refleja lo insignificante e irrelevante que es su vida para sus fans y el mundo entero.
También puede mencionarse es acerca de la dificultad de un actor por cambiar la trayectoria, cuando desea volver su carrera más intelectual y seria, pues en realidad es poca la gente que aprecia esa conversión, las masas no desean ver cosas diferentes, les gusta lo repetible, lo que conocen. Como cuando en la película en una rueda de prensa, una periodista corta la intención filosófica del actor y a cambio lo cuestiona sobre un tweet, el cual afirmaba el actor utilizaba una fórmula cosmética de ingredientes absurdos.
“Birdman” es también una interesante reflexión sobre la pretenciosidad de la Crítica, quienes con la utilización de cadenas de referencias suelen bajarle puntos a la originalidad de las obras y con sus palabras puede fácilmente desvirtuar el trabajo sincero de los artistas, quienes se entregan como ofrendas de sacrificio al juicio de los demás. Sin embargo el proceso creativo del crítico no tiene el mismo nivel de exposición como el artista, ya que realmente no se pierde nada personal en el camino, ni se expone de igual manera al escrutinio público. También puede apuntarse, se trata sobre la pretenciosidad de los actores quienes se piensan sobre calificados y deciden actuar, dirigir, escribir, adaptar y algunas veces producir sus propios proyectos teniendo el valor de subirse a un escenario, sin la años de formación requerida y entrenamiento de la nueva plataforma, con la única intención de probar su “talento”, en una época donde las redes sociales funcionan como el nuevo Big Brother, que nunca duerme, todo lo observa y lo juzga.
El escenario, el teatro, juegan un papel importante en el filme, pues es el mejor lugar para reconocer el verdadero talento ya que no existe oportunidad de segundas tomas, ni cortes, ni photoshop o efectos especiales sofisticados. En el teatro “show must go on” pase lo que pase. Toda la historia de “Birdman” sucede en el escenario, en sus alrededores y en las entrañas del teatro, en una sensación de encanto mágico donde todos regresan a él. Efecto que no hubiera sido posible sin el impresionante trabajo cinematográfico de Emmanuel Lubezki, al crear tomas largas, cronometradas y estudiadas para dar la sensación de realismo y espontaneidad. Es también la historia sobre al amor al teatro y la actuación.
Alejandro González Iñárritu mencionó en una entrevista que el escoger la historia corta de Raymond Carver “What we talk about when we talk about love”de Raymond Carver, como la adaptación de Riggan fue debido a que explicaba esta búsqueda del personaje por saber lo que es el amor y reflexionar sobre este tema.
En “Babel”, Iñárritu nos contaba tres historias que sucedían en el mismo tiempo pero en diferentes lugares, personajes de diferentes clases, que sufrían los estragos de su propia existencia y quienes estaban conectados con una pareja caucásica proveniente del primer mundo. De alguna manera en ese proyecto pareciera la pareja americana tuviera un poder especial, se presentaban como semidioses, los cuales recibían la ayuda, la suerte, todas las ventajas frente a todos los otros quienes no tenían la misma dimensión de bendiciones. En “Birdman” es posible nuevamente se vuelve a hablar de los semidioses, ahora conceptualizado en las celebridades, quienes no pertenecen al mismo nivel mortal que los demás y de esta manera nos presenta de que está construido el Ego. ¿Es en realidad una cuestión de superhéroes o realmente todos sufrimos del mismo mal?
La historia es también un ejercicio de metaficción debido a su casual y maravillosa semejanza con la realidad, pues es inevitable pensar en Michael Keaton como el Batman de Tim Burton y el particular caso que pudo ser esta personificación. La película bien pudiera ser una introspección sobre la dificultad de tener consciencia de la mortalidad, la vejez, la insignificancia de la existencia y olvidarse del mundo para volar en el propio Ego, pero también puede ser sobre la inmensa gratificación que es la acción de volar en los ojos de los otros.
Recomendación 9.5