En un tiempo donde la mayoría de los proyectos artísticos están nutridos de otros anteriores o son alimentados de referentes de obras pasadas, es muy poco usual encontrar algo original, transgresor y hasta controvertido. “Hello, my name is Doris” es uno de esos filmes no convencionales que desafían el mainstream de las grandes producciones, presenta una historia donde se yuxtaponen estereotipos sociales, reflexiona sobre las diferencias generacionales y plantea la necesidad de sobrevivir a la pérdida a través de un nuevo comienzo.
Después de haber pasado por el doloroso funeral de su madre, Doris, una mujer sexagenaria solitaria, vuelve a su trabajo donde se enamora perdidamente de un joven director de arte recién llegado de Malibú. Debido a su timidez, Doris halla fuerza para enfrentar sus emociones gracias a una conferencia de superación personal, donde pregonará su mantra “yo soy posible” el cual provendrá de la separación de la palabra “impossible” por “I+m possible”. Al desatarse una serie de fantasías dentro de la atmósfera laboral, sus pensamientos románticos la llevarán a buscar alternativas para acercarse a su objeto de deseo, como lo serán los consejos de la nieta de su mejor amiga de 13 años, los cuales van desde acechar hasta los más mínimos detalles de la vida íntima de John en redes sociales, hasta crear personas falsas y convertirse en su confidente, además de otras aventuras.
Con una extraordinaria sensibilidad que navega en la dramedia o comedia trágica transcurre y se desarrolla la historia, la cual ocupa distintos tipos de temas existenciales como son el sacrificio personal, la soledad, la cruel brecha generacional tanto en la vida personal como en la laboral, la madurez emocional, así como las diferentes gamas de emociones que enfrenta una persona con trastorno límite de la personalidad (TLP). Uno de los elementos destacados en el filme es que a través de una encantadora actuación de Sally Field, el espectador recorre lo patético, lo trágico y lo cómico, con una versatilidad brindada gracias a un excelente ritmo que destaca las emociones propicias sin perder su rumbo, ni su objetivo. El título “Hello, my name is Doris” es un referente a la típica calcomanía que sirve de presentación en cualquier reunión social, la cual habla de quien la porta desea ser identificado, visible.
Para mí mucho de lo que este filme trata es sobre la visibilidad y de cómo en nuestra cultura mujeres de edad avanzada se vuelven invisibles. Laura Tarruso, guionista
Es habitual que las personas sexagenarias en el cine resulten ser los instructores y guías en el camino de algún personaje en la historia. Por ejemplo en la comedia “El pasante de modas” (2015) Dir. Nancy Meyers, un hombre aburrido de su vida sedentaria como retirado decide volver al ámbito laboral desde una posición menor, para terminar dando lecciones de vida a toda la generación millennial de la oficina. En un caso un tanto diferente ocurre lo mismo en la película “I’ll see you in my dreams” (2015) Dir. Brett Haley, donde una mujer retirada comienza una amistad con su limpiador de piscinas, con quien se permitirá expresar dolor y ser quien verdaderamente es. En el caso de la película de Michael Showalter, Doris es una antítesis de todo ello, no es una persona sabia, o con un bagaje de experiencia laboral capaz de enseñar nada nuevo a sus colegas, ni tampoco intenta proponer que las ideas y las formas de vivir de las anteriores generaciones eran mejores que las de ahora, como sucede en la película de Nancy Meyers. Ella representa a aquella mujer donde el tiempo se detuvo, y tal vez su vida monótona no le permitió realizar el paso del tiempo. También es un personaje vulnerable ante la juventud que al principio parece excluirla hasta que con humor y ternura la generación hípster la abraza y acepta, pues su personalidad excéntrica armoniza con sus principios de “lo viejo es lo nuevo, nuevo”. Es un personaje complejo e interesante, sin embargo no comparte el estereotipo de la mujer cougar, la seductora de hombres jóvenes como Mrs Robinson de “El Graduado” (1967) Dir. Mike Nichols, habla más bien de un personaje que a falta de identidad desea aprender a vivir a través del otro.
El referente más cercano a este filme sería la extraordinaria película de culto “Harold y Maude” (1971) Dir. Hal Ashby, la cual mantenía argumentos filosóficos sobre la contracultura hippie en la generación de los 70’s, remarcando el humanismo y la libertad más allá de los rígidos y duros convencionalismos de la época. “Harold y Maude” cuenta una historia de amor entre un joven suicida y una viuda de casi 80 años, y donde sus dos premisas centrales según el crítico Matt Zoller Seitz son:
“Que una anciana pueda encarnar la variedad más indefensa y delicada de la apertura del “Amor de verano”, y que ella y un hombre mucho más joven deberían ser capaces de enamorarse y casarse sin ser juzgados y mucho menos detenidos”
Los personajes de Harold y Maude según Zoller, aunque no se den cuenta uno inspira al otro ya sea por accidente o con cierta intención. Y es este punto interesante que también comparte “Hello, my name is Doris”, pues siendo evidente que Doris desea estar en el mundo de John para acercarse a él, también John de manera muy sutil y tal vez no evidente puede ser se va viendo afectado por el paso de Doris en su vida.
Una interesante reflexión sobre la película de Ashby “Harold and Maude” y el tema de motivar e inspirar al otro, se encuentra en el artículo de la novelista y columnista Emma Forrest “Harold and Maude forever” cuando utilizando al Dalai Lama como alusión al buda que después de morir regresa a reencarnar una vez más, Forrester denomina “Dali Harold” a todos aquellos romances que han pasado a formar parte de un fragmento de su vida y quienes comparten siempre el mismo propósito, aprender, vivir y desaparecer para dejar lugar a otro “Dali Harold” por venir.
“Dali Doris”, “Dali John” es una interesante reflexión brindada a lo largo del filme, donde dulcemente se crítica al sistema y donde el espectador queda fuera de su zona de confort para brindarle una historia que reflexiona sobre si existen romances que pueden ser posibles.
Recomendación 8.5