¿Será casualidad que mientras la modificación estética como la cirugía plástica y el botox son validados por la sociedad como el nuevo recurso para ser aceptado y detener la vejez, de la misma manera el mundo del entretenimiento nos sumerge más y más en la desfiguración y la tortura? Programas de televisión y películas han hallado en el diseño de un asesino y el fetichismo de su obra, un caldo de cultivo para el imaginario, la respuesta ha sido favorable, existe un disfrute en esta clase de historias, difícil de describir.
El género del horror y el gore está obligado a innovar tanto en la personalidad de su asesino, ente o lo que sea la materialización de la maldad, así como en su creativa forma de matar. Los dos recursos marcaran la película en la memoria del espectador, por lo que ningún film es igual al anterior. “The Loved Ones” mal traducida al español como “Cita de sangre”, triunfa con gran solidez en lo anterior.
La película de Sean Byrne, es un interesante proyecto en donde no están omitidas sus referencias con el cine gore, así como del subgénero torture porn (mezcla imágenes violentas y sus sugerencia sexuales), es un espectáculo de sangre pero con una narrativa como pocas. Una historia con un sin número de historias dentro, algunas con signos de interrogación abierto. Lo que pone en evidencia un gore con argumento.
Debido a un accidente Brent ha perdido las ganas de vivir. En ese estado de depresión, Lola (la chica freak de la escuela) lo invita a ser su pareja en el baile de graduación, lo que él rechaza gentilmente, dando inicio a la historia y a una prueba sobre cuál es su real deseo de morir. La película es una introspección del protagonista, un viaje hacia el dolor físico y su comparación con el dolor de la culpa. Sin embargo también Lola está conectada con un dolor muy contemporáneo, “el rechazo” y “la envidia”.
La atmósfera de la historia se centra entre la pobreza, la ignorancia y la distorsionada relación familiar con macabras sorpresas. Sean Byrne ha creado con detalle un mundo propio (como el acertado nombre de “Princess” para Lola, o su pegajosa canción folk que define sus ánimos, entre otros detalles), donde existen cosas que nunca quedan claras, las cuales les dan aún mas misterio y suspenso al rompecabezas.
El tema de la violencia extrema y explícita en el cine, es un debate que se está volviendo cada vez más difícil de definir, por los juicios morales y la creatividad artística. En su fragmento “When it’s too violento to watch”, Will Self, cuestiona si en realidad la violencia es una catarsis y si es así, ¿Cuál es ésta en realidad? Sus reflexiones abordan dos líneas: la primera, “La creación de una responsabilidad moral”. Cuando el espectador ve una escena extrema, se siente responsable y un tanto cómplice con el director. El miedo nos provoca la empatía de ser torturadores potenciales y eso continúa el miedo. Y la segunda, “la catarsis de la violencia solo puede ser lograda si uno no ve la escena”, al no ver la escena, no puede ser implicado. Nadie en la realidad desea ser testigo de un crimen o una tortura real.
Es posible que los elementos de la moralidad y la estética en el cine nunca lleguen a respetarse, seguramente dependerá de nuestro comportamiento social. Pues si hay algo claro, es que el mundo no es mejor que el que nos reflejan las películas. Los noticieros y las fotografías periodísticas no dejan de mostrarnos una realidad atroz, absurda, vergonzosa y deshumanizada.
Sin embargo, aun queda la pregunta de, ¿qué nos hace como espectadores permanecer en nuestro asiento? pues aunque tenemos la posibilidad de apagar la televisión o pararnos a la salida más próxima, ¿por qué no lo hacemos?
Recomendación: 9