“Mad Max: Furia en el camino” es sencillamente una obra de arte. Acostumbrados a que las películas post-apocalípticas de acción centran su atención en los efectos especiales y creatividad en la expresión violenta, el director George Miller, le da un giro al género y lo revalora al conservar sus principios pero llevándolo a un nivel superior y de buen gusto en la escala hollywoodense. En donde la cinematografía, el diseño de arte, las acrobacias, entre otros elementos visuales impresionantes invitan al espectador a una experiencia apasionante. Un resurgimiento épico de la saga y del género.
La historia comienza en una Australia futurista, donde Mad Max parece haber desarrollado un estado de locura o algún tipo de escape mental debido al sentimiento de culpa. Recuerda vívidamente eventos y personas del pasado, un acertado vínculo a los anteriores episodios de “Mad Max”. El protagonista es atrapado por un grupo de soldados “War boys” y poco a poco se nos irá introduciendo en los estilos de vida de esta nueva sociedad dentro de la saga.
El caos ha permitido que falsos profetas como “Inmortan Joe“ sean líderes de las comunidades. Es el creador de una fe mezcla de ideología vikinga y conjunto de dogmas, los cuales desatan la fanatización hasta llegar sin ningún problema al evento Kamikaze. Doctrina que le ha permitido construir un imperio de poder, al igual de haber cobrado seguidores que buscan cierto orden en este mundo anárquico. Exitosamente el líder, ha desarrollado un sistema jerárquico donde existen diferentes clases sociales, que burdamente podrían ser separadas entre los de arriba y los de abajo. Y aunque se percibe la sensación de que el hombre está totalmente abandonado por cualquier aspecto místico, es en escenas donde el plano panorámico general del desierto deja claro lo insignificante y vulnerable que es el ser humano ante la furia del desierto y la naturaleza.
“Inmortan Joe”, “The People Eater” y “Bullet Farmer” son tres “hermanos”, quienes poseen el control de los recursos naturales imprescindibles en este ambiente hostil: el agua, las armas y la gasolina. Su relación simbiótica también es parte de la simbología del filme, pues “Inmortan Joe” le hace falta la boca, a “The People Eater” la nariz y en un determinado momento “Bullet Farmer” pierde los ojos. Esta relación tan estrecha y perversa en la que los recursos son administrados y manipulados, recuerda a los tres amigos de “Gracias por fumar” (2005) dir. Jason Reitman, donde los cabilderos de las armas, el alcohol y el tabaco, discuten sobre quién es el que más grande cáncer de la sociedad americana. En el caso de “Mad Max: Furia en el camino” estos hermanos pueden representar los elementos con los cuales las guerran inician.
Se percibe una influencia estética del cine de Alejandro Jodorowsky no solo en sus escenario de espacios abiertos y armónicos, sino también en las escenas perturbantes con personajes y acciones grotescas, sin olvidar la creación de cultos extraños, llevando al filme a tener un toque surrealista y con una simbología visual parecida al de las películas “El Topo”(1970), “La Montaña Sagrada”(1973) y “Santa Sangre”(1989). Como por ejemplo, cuando mujeres obesas son ordeñadas para proporcionar el alimento de las clases privilegiadas en un mundo invadido por el hambre. La leche materna es un recurso explotable y restringido, lo cual es un revés al uso de la leche materna en la obra de Steinbeck “Las uvas de la ira”, cuando el amamantar se manejaba como símbolo de caridad y esperanza humana. “Inmortan Joe” ha encontrado en los fluidos corporales : la nueva energía, pues existe una ausencia de la presencia animal. Sin embargo algunas de las escenas de persecuciones dan la sensación de que la máquina es la nueva bestia a la cual se caza y se somete.
Miller captura la esencia del cine de Clase B post-apocalíptico de los 80’s, ya que mantiene una gran influencia en las premisas de los filmes “Battletruck” (1982) del director Harley Cokeliss, “Wheels of fire” (1985) del director filipino Cirio H. Santiago y entre otros; un mundo sometido por Warlords que están en búsqueda de combustible pero también de mujeres. Mientras que en los anteriores filmes el tema de la mujer es tomado de una manera misógina y trashy, hasta llegar al casi softcore porn, en “Mad Max: Furia en el camino” la mujer toma un rol totalmente opuesto y tal vez ése sea otro de los elementos que hace al filme tan diferente e interesante. Furiosa es la protagonista y Mad Max su instrumento, como lo menciona Jessica Critcher en su artículo sobre el feminismo visto en el filme, las mujeres también son vistas como delicadas y signos de pureza pero luchan por su libertad al declarar escrito en la pared “No somos cosas”. La película es tan efectiva porque habla de nosotros, de nuestro tiempo y de nuestros problemas, como la falta de recursos y la esclavitud humana que día a día muestras cifras alarmantes.
Es también de notar los vínculos con el western en las anteriores entregas de Mad Max, donde la violencia es conflicto detonador del género, se trata de la eterna batalla del bien contra el mal. En el artículo de “Mad Max, Reaganism and The Road Warrior” de J. Emmett Winn, se analiza no solo la comparación de su narrativa con los eventos políticos y sociales de su tiempo, sino también la iconografía del western y la saga. Mientras que para el western los iconos son: las armas, caballos, sombreros, en la nueva película de Miller, los iconos son: las maquinas, volantes, motocicletas, vestuario y maquillaje pues al igual de hablar del status y psicología de los personajes, también es el medio para identificar a cada tribu, junto con sus ideales.
Miller ya había trabajado el tema de la identidad y el género en sus anteriores filmes de la saga, cuando sus personajes antagonistas “Wez” y “Humungus”, mostraban el desequilibrio social en su vestimenta sadomasoquista y queer. En esta ocasión Miller trabaja con otro gran tema “el papel de la mujer” en esta nueva civilización, ya no como objeto dispuesto a ser abusado, sino con la valentía suficiente para crear su propio futuro.
El western americano también ha explorado el tema de la mujer como víctima de la explotación del adversario. Sobre todo en una de las grandes películas de todos los tiempos del género “The searchers”(1959) dir. John Ford, donde John Wayne busca a su sobrina que ha sido raptada por una tribu india americana, mostrando la fragilidad de la mujer y con crudeza la vulnerabilidad de una sociedad incapaz de defenderse y protegerse de los “Otros”, de los “Salvajes”, un pueblo a merced de la falta de autoridad donde quien sea puede tomar lo que quiera. Ese es exactamente el mundo de Mad Max: Furia en el camino, una localidad donde rige la anarquía y la dominación del más fuerte.
En conclusión, el filme es fascinante, elegante, cada cuadro esta cuidado para sostener una composición armónica y simétrica. Logra salirse del estereotipo de la técnica del cine de acción, al alejarse de los efectos especiales digitalizados y utilizarlos lo menos posible. Lo mismo sucede en el efecto 3D al solamente permitir que el efecto sea visible sean los objetos lejanos, dejando el enfoque en los primeros planos. Es tan coherente y efectiva que hasta el elemento de utilizar la música metal como estandarte o fondo marcial en la persecución resulta el más adecuado.
Ya se ha confirmado la continuación de la saga y solo se puede agregar el mismo sentimiento compartido en diferentes foros “Por favor, George Miller no vuelvas a hacer la animación Happy Feet”, queremos ver más de Mad Max.
Recomendación 9.7