Parte del encanto en la filmografía del genio del anime japonés Satoshi Kon está en su habilidad de transportar a la audiencia a universos impensables, articulados a partir de una imaginación desbordante. Sueños lucidos colmados de referencias y amor al cine, en donde sus personajes cuentan historias complejas que van desde: mostrar las obsesiones sobre la idolatría alrededor de una artista pop (Perfect Blue, 1997), o el enganche con los medios tecnológicos (Paprika, 2006), al igual que la nostalgia y reflexión sobre la era dorada del cine japonés (Milenium Actress, 2001), entre otras historias extraordinarias.

A casi nueve años de su muerte el trabajo de Satoshi sigue siendo recordado y admirado, por su sin igual belleza en la dirección de arte, así como por sus narraciones y personajes tan originales y memorables. “Tokyo Godfathers” es un filme que se destaca entre sus proyectos, pues mientras en la historia de la animación en Japón se suele producir anime dentro de los géneros de la fantasía y la ciencia ficción, los cuales garantizan el éxito en taquilla, Satoshi decide dirigirse hacer otro tipo de historia y crear un cuento de navidad realista ubicado en las zonas urbanas de Japón.

La representación de una pastorela es la primera escena en el filme, donde se reviven los pasajes de la natividad cristiana. Y es también el escenario introductorio para los personajes Gin y Hana, quienes asisten al evento sabiendo que es parte de un programa navideño el cual lleva incluida cena gratis para indigentes. Al reunirse con Miyuki, una adolescente en su misma situación, deciden recrear su propia Navidad al buscar regalos en la basura apropiados para la improvisada celebración. El descubrimiento de una bebe abandonada en los desperdicios no solamente iniciara un viaje de introspección en los personajes, sino también será el comienzo de una odisea detectivesca por encontrar la familia y los porqués del encuentro con la recién nacida.

En Tokyo Godfathers la calle se presenta como el último refugio para los desafortunados, quienes pagan en ella penitencias personales y errores imperdonables. El detonante de encontrar a un ser pequeño e indefenso revive en los personajes principales del filme pesares hacia el abandono, y también el deseo de que el infante tenga un mejor porvenir. Pero para Satoshi la calle también es el contexto perfecto para presentar su amor por Tokyo y sus alrededores desde una perspectiva particular. Un recorrido por la arquitectura y los lugares de la metrópolis, como lo son la Torre Tokyo, el Edificio Metropolitano de Tokyo, el centro y el Parque Central Shinjuku, esta vez con una mirada diferente desde la oscuridad que el turismo superficial no revela, y donde la pobreza y la marginalidad deambulan entre las sombras y los neones de la publicidad citadina.

La cultura japonesa también se ve reflejada en el uso de Haiku, como expresión poética de la naturaleza y de los eventos que van ocurriendo. Muestra la sensibilidad y sabiduría del personaje que los emite, y son intertextualizados con la historia, así como también se convierten en diseño importante del plano. Otro elemento relevante es la música encargada al compositor Keiichi Suzuki , con la sugerencia de utilizar a la Novena Sinfonía de Beethoven y no componer un soundtrack original, la cual halla su inspiración en la versión sintetizada de Wendy Carlos de Naranja Mecánica. La versión para el filme está a cargo de la banda japonesa Moonriders donde aparece en los créditos finales del filme.

Abordando la parte técnica “Tokyo Godfathers” maneja su realismo gracias a una paleta de colores en tono ocre, café, como si la pobreza careciera de color y se mantuviera en un aspecto terrenal. Los planos fueron tratados con una técnica llamada “Digital Harmony” la cual difumina la línea entre los objetos del primer plano con los del fondo creando una edición perfecta. Elegantemente detallada, la alta calidad en el trazo y el expresionismo en los rostros de los personajes muestran una maestría en la técnica animada y un estilo muy particular reflejado en el cine de Satoshi.

Sin embargo aunque todo lo anterior podría sugerir que Tokyo Godfather trata sobre un drama intenso y agudo, es todo lo contrario. La experiencia del filme es una aventura difícil de clasificar, pues se trata de la convivencia del drama que salta rápidamente a la comedia, y donde al igual se sostiene un thriller que termina siendo película de acción.

“Somos vagos sin hogar, no héroes de película de acción”
Gin en Tokyo Godfathers

Es bien sabida la cinefilia de Satoshi sobre todo de su gusto por los westerns, y en la premier de Tokyo Godfather del 2003 reveló que fue el western de John Ford de 1948 “The three Godfather” el que lo inspiró a escribir esta historia. La cual termina siendo una gran adaptación, pues tal como en los westerns la hostilidad de la naturaleza desértica en su filme es remplazada por la hostilidad citadina de quienes rechazan a los marginados. El filme maneja diferentes tonos dentro de la gama de la diversidad y las minorías, que aunque se encuentran localizados en Japón son también un microcosmos de cualquier lugar del mundo.

El filme de Satoshi es importante en muchos aspectos pero sobre todo en la aportación de ser un filme navideño excepcional. Muy distinto al bombardeo anual que se recibe de cine navideño con formato hallmark, en donde se tratan repetidamente y sin creatividad historias aspiracionales y fantasiosas, más cercanas a la transformación de Cenicienta que las razones de la celebración. Una interesante aportación en el 2017 es la “Navidad de Angela” de Damen O’Connor que aunque mantiene una ideología religiosa, tiene un mensaje de calidez en la misma sintonía que Tokyo Godfathers.

El filme presenta también a la fiesta navideña más allá de un evento cristiano, es una pausa y una afirmación a la afabilidad no importando la cultura, no importando el lugar. Y donde es muy delgada la línea delgada que separa la vida normal de la indigencia haciendo a la unidad y buena voluntad las acciones que pueden equilibrar la balanza.

“En Japón, la última semana de diciembre y a principios de enero representa un cruza cultural de religiones. Navidad es cristiano, entonces en diciembre 31, los japoneses escuchan el final del año en gongs, eso es budismo. Y el primero de enero es día feriado Shinto. Estoy tratando de expresar esta cruza cultural de religiones en mi película, y como es la mirada de Japón en todo ello.”
Satoshi Kon, NY, 2003

Recomendación 9
 

Trailer en inglés

 

 

 

Película Completa en español