Atrás quedaron los años donde la figura del hacker en el cine y la televisión emprendía inocentes aventuras, las cuales sin intensiones malvadas y un tanto ingenuas, ayudaban a instituciones y a quienes impartían justicia a resolver problemas en un sentido de civilidad y nacionalismo. Ya sea al evitar una tercera guerra mundial en “WarGames” (1983) Dir. John Badham, o resolver crímenes al estilo detectivesco como en “Whiz kids” (1983). La película “Who am I” sitúa la imagen presente del hacker como el anti-héroe oscuro y marginal, el cual se muestra con todos los elementos complejos de la subcultura, como lo son el juego de identidades, además de la vulnerabilidad y fragilidad del ciberespacio.
La película del suizo Baran Bo Odar plantea mucha de su acción en su título “Who am I”: La historia de Benjamin, un joven hacker con aspiraciones a héroe de historieta, quien introvertido, estigmatizado por los otros y carente de vida social, dedica su tiempo y talento en entrar ilegalmente en diferentes sistemas de la red. Su convivencia con usuarios de la Deep web irá aumentando el tono de los líos en los que se adentrara a lo largo del filme.
En el cine de los 90’s había muy poca exposición sobre la creciente comunidad Hacker. “Wargames” definitivamente abrió la puerta de la imaginación y se comenzaron a tomar medidas políticas al respecto, pero todo en el nombre de “por si llegara a pasar”. En 1990 bajo la dirección de Robin Bates se produce el magnífico documental de NOVA producciones “The kgb, the computer and me” (1990) Dir. Robin Bates, donde el astrónomo Clifford Stoll en primera persona cuenta su asombrosa experiencia al atrapar un hacker que entraba a las redes de la base de datos de la universidad de Berkley en 1986. Una crónica que, aunque su adaptación desafortunadamente no ha sido llevada a la pantalla, si lo fue el caso años después, con la historia de uno de los hackers involucrados en el filme alemán “23” (1998) Dir. Hans-Christian Schmid. Con “The kgb, the computer and me” se dejaban abiertas las puertas sobre la parte oscura, riesgosa y posible del ejercicio hacker.
En 1995 películas como “The Net” y “Hackers” comenzaban a mostrar cómo funcionaba la comunidad desde su interior. Su ética, su fuerte relación debido a la circulación de información, así como una identidad un tanto individual como colectiva basada en sus actividades dentro de la red. También ambos filmes eran un acercamiento de algo que en los 90’s parecía salido de la ficción y era perfecto contenido para un filme en Hollywood: la cacería y el chantaje por medio de la manipulación de datos y el robo de la identidad virtual.
En especial “Hackers” le dio no solamente un lado glamoroso a la subcultura por medio de su original vestuario y su compilación de la mejor música electrónica de su tiempo, sino también propuso diferentes ideas que no habían sido exploradas antes en el cine como lo son: el fetichismo en la relación de los personajes con sus computadoras y sus identidades, la visualización del ciberespacio por medio de efectos especiales, la cultura teórica de la comunidad al leer libros sobre redes y plataformas, y el presentar al hacker marginal e idealista que trabajaba en contra de los “buenos” para “mejorar al mundo” (lo que sea que esto signifique).
Con el mismo dinamismo del beat techno que en el 98 le quitó el aliento a la audiencia la película “Run Lola run”, “Who am I” despega y se nutre de ello, deja ver lo que parece ser un hecho “el techno” de los 90s le pertenece a la subcultura Hacker; juega una parte simbiótica en su representación y en su ritmo narrativo. En este caso mostrando que los personajes no son estéticos como en las películas hollywoodenses y que sus comunidades no son amigables.
Pero algo que sí comparte la película de Odar con las producciones estadounidenses es su búsqueda por representar visualmente el ambiente abstracto y metafórico de la ciber sociedad. Y eso es increíblemente valioso en el filme “Who am I”, pues muestra la Deep web como un oscuro metro subterráneo que viaja a alta velocidad cargando un grupo de individuos quienes pasean con diferentes máscaras y producen sonidos no humanos; de quienes no se sabe su género, rostro, nacionalidad, todo como si se tratara de un carnaval oscuro y medieval. Hay una atmósfera de estar en un territorio del que no se puede confiar, todo es una simulación, lo mismo sucede con la idea de la complejidad de “ser” quien realmente se “es” en la dimensión aespacial y a temporal de la red, lo cual es simbólico y acertado.
En el filme, el discurso de las identidades comienza desde las etiquetas impuestas por ciertos compañeros del protagonista (al estilo bullying), como cuando Benjamín es ridiculizado por los otros mostrando su fragilidad y su disgusto por ello. Dentro de este tema, el interesante ensayo Ayrn Martin y Mary Simms titulado: “Labeling Lisbeth: Stiegma and spoiled identity”, sobre la etiqueta y estigma de Lisbeth de “La chica del dragón tatuado” (2009) Dir. Niels Arden Oplev, uno de los hackers más celebrados en el cine y la literatura, pone en relieve la importancia que tiene el maltrato en el desarrollo narrativo de estas historias y estos personajes. Aunque Lisbeth es un personaje vejado de una manera exponencial a comparación de Benjamín en “Who am I”, pues en su caso su historia comienza con el seguimiento de ser formalmente diagnosticada como incompetente y criminal por sus instituciones, ambos personajes buscan encontrar su propia identidad y de alguna manera cierta justicia. Sin embargo, en el caso de Lisbeth a lo largo de su historia intentara reivindicar lo que virtualmente está equivocado, lo real y lo virtual no es coherente.
Dentro del mismo ensayo se menciona el libro de “Stigma: Notes on the Management of Spoiled Identity” del sociólogo Erving Goffman, quien establece el daño emocional que afecta este tipo de degradaciones y humillaciones, al usar el término “enfermo mental” en personas catalogadas como diferentes o “no normales” en las interacciones diarias del individuo. Lo interesante es que manejando una identidad deteriorada como lo establece Goffman requiere un trabajo constante por parte del individuo:
“Mostrar o no mostrar, decir o no decir, dejar o no dejar, mentir o no mentir, y en cada caso, a quien, cómo, cuándo y dónde.” Stigma: Notes on the Management of Spoiled Identity por Erving Goffman
Los anteriores elementos terminan siendo útiles para comprender el proceso narrativo de “Who am I” pues su título no solamente hace referencia al comando unix “whoami” para revelar la identidad de un usuario, sino también tiene que ver con la pregunta del existencialismo, la cual lleva a la conducta de Benjamin y de crear su particular método para contar una historia que siempre lleva al espectador al mismo lugar.
El concepto de identidad en el hacker también ha sido estudiado de manera profunda por el antropólogo Pau Contreras en su libro “Me llamo Kohfam”, quien da un abanico de aproximaciones al fenómeno viéndolo como el uso de “identidad-multiple”, “identidad-red”, creación de diferentes tipos de identidades que se sostienen en distintos universos virtuales. Tipo de identidades que nos llevarían a reconocer a otro personaje de ficción celebrado “Neo” de “Matrix” 1999 Dirs. Lana y Lily Wachowski, quien descubre ser el mesías único para brindar paz a todas las realidades.
“Who am I” también es relevante pues se aleja de la nueva fase del hacker como hacktivista. Documentales como “The hacker wars” muestran que la dirección del hacker en años recientes y después de su exitoso movimiento manifestante en Egipto se ha estado dirigido a cambiar al mundo por medio manifiestos y actos revolucionarios. Ante esto Benjamin, no está interesado en este tipo de revoluciones. Si acaso su interés es una inclinación hacia el performance, y la intervención de espacios, a los principios básicos del arte urbano y el grafiti mandando un mensaje de inconformidad a través del vandalismo.
Curiosamente todos los elementos anteriores pueden no funcionar en el mundo real, pero lo hacen en perfecta armonía en la serie de tv “Mr. Robot”. Son estas visiones de diferentes identidades que hacen complejo su entendimiento y logran su perfecto goce en la televisión y en el cine. Sus ingredientes surrealistas lo conectan algunas veces con mundos que solo podrían ser comprendidos como enfermedades mentales o ambientes similares a los de un video juego.
“Who am I” es dinámica, entretenida y emocionante. Pone en relieve la estética actual de la subcultura hacker, la cual se alimenta del pasado, no solamente en lo audiovisual sino también en el tema central del cual giran las mejores historias de hackers desde los 90’s: la terrorífica verdad de que efectivamente ningún sistema informático es seguro.
“El mundo dentro de la computadora es un Oeste Salvaje, en el cual puedes dispararle a quien quieras con tus ideas, si estás dispuesto a correr el riesgo de sus consecuencias.” Hackers & Painters: Big Ideas from the Computer Age por Paul Graham
Recomendación 8